Y el guerrero al volver de la batalla, con fracasos o con victorias, que son fracasos, ya que todo está envuelto en dolor y sangre, corre con premura buscando el consuelo, en el regazo, de su amada.
Y estando en sus brazos con su cabeza apoyada en su hombro, llora por el tiempo perdido tanto en victorias como en dolores; mientras espera recibir el consuelo, en besos y caricias, de la mujer que ama.
Y está en su castillo, en su hogar, en su tierra, en su fortaleza, donde irá renovando sus fuerzas para cargar nuevos brios para salir, nuevamente, al campo de batalla que es la vida.
Y volverá al combate y nuevamente querrá saciar su sed con la sangre de , hoy, su enemigo. Quedará satisfecho esperando el nuevo combate, la nueva sangre; que será su victoria o la derrota de su enemigo, que aún no conoce.
Y cuando vuelva la paz, regresará al regazo de su consuelo y entre besos y suspiros, cerrará sus ojos buscando el descanso que se niega a llegar.
Y cuando llega entra en el descanso, su mente manchada de sangre y espanto golpea su pecho de guerrero ordenándole volver a la lucha, volver a la sangre.
¡ Pobre guerrero, no tiene descanso !
Le falta la lanza, le falta la espada, le falta el fusil, los gritos de los heridos se confunden con la algarabía de los que hoy ganaron.
¡ Pobre guerrero, son solo gritos ! Que no dejan dormir...
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
" Cuando cerramos los ojos vemos más ! José Narosky.-
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