Estoy en el andén, espero el tren de la vida, de lejos lo veo venir, lento pero constante. Me preparo; el tren no para, necesitaré un brinco para subir a él.
Ya estoy montado en él; hay mucha gente, algunos sentados y cómodos y otros parados esperando el lugar, que en algún momento se desocupará.
Veo rostros serios y asustados, viajan a lo desconocido, otros, en cambio, sonríen porque saben
que los esperan con comidad y confort.
De pronto un asiento se desocupa cuando el pasajero baja del tren; rápido
ocupo su lugar; me siento cómodo, relajado y hasta feliz; tendré una vida,
una vida de verdad. Tengo muchos proyectos, para soñar.
Apoyado en la ventanilla veo mucho mundo pasar; gente que ríe, con casas
lujosas y autos magníficos, aprovechan la vida, la vida, que les toca vivir.
En otro recorrido, por mis ojos veo pasar, casas humildes, chozas, sin agua,
donde se nota el hambre, que mata al hombre y enferma al niño y crea la
peste que todo destruye y trae la muerte, la muerte temprana, la vida final.
El tren continua su camino, algunos suben y otros desaparecen bajo el ríel.
Algunos hablan del futuro, sin saber donde está, otros, en cambio, lloran
por el futuro que tendrán.
El viaje no me agrada, temo llegar al final; me lastiman aquellos que lloran
y odio a los que ríen que sin saber su destino, ríen igual.
El tren se ha detenido, ha llegado al final, algunos son esperados y otros,
asustados, esperan que los vengan a rescatar.
¡ Yo, mucho antes, me bajé en un andén !
Mario Beer-Sheva
" Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos"
Anónimo.-
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