En el balcón del silencio;
donde solo se escucha el grito del grillo llamando a su pareja o quizás alguna
rana con su ronquido pidiendo
atención. Como un viejo sueño
mis ojos cerrados escuchan con emoción.
Y creen oír los pasos de ella,
ágiles y apurados, buscando la puerta de mi
habitación, su entrada
desenfada alumbran el recinto con su sonrisa que regala confianza y amor.
La noche y su silencio me
ayudan a recordar, y desde este cómodo balcón
mi espíritu como una saeta se
eleva a las estrellas buscando el pasado y
me pongo a soñar.
Algunos de los recuerdos me
produce alegría, otros en cambio, me estruja
el corazón, produciendo
alguna lágrima, cuando en el recuerdo estás tu.
En el balcón de la noche
revivo un pasado que no quiero olvidar, algunos
alegres otros en cambio me
hacen llorar. Pero ni unos ni otros no quiero olvidar porque es parte de mi
vida es parte del secreto de confesión.
Los años blanquearon mi pelo
y por dentro los recuerdos que tientan a
perderse en los años vividos
y que hoy se hacen presente en mi balcón.
En el balcón de la noche;
sobre la vieja madera hay un corazón cruzado por una flecha que con mi puñal
dibujé y en ella se puede leer:
¡En el balcón de la noche con
mi tacto recorro los surcos de nuestro gran amor que como en un árbol milenario
se niega a morir!
Mario Beer-Sheva
“Siguen naciendo opresores. Pero
siguen naciendo idealistas”
José Narosky.-
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