La lluvia al caer, como música desordenada, y la chapa de
zinc
se agita como metralla. Como si fuera nuestra canción tu
cuerpo
tembló de emoción mientras yo, en voz muy baja, en tu oído,
te
musicaba palabras de
amor.
Y hoy cuando los años han corrido tengo el máximo recuerdo
al oír
la lluvia al caer;
junto con la lluvia asoma mis lágrimas como si fuera
que ha vuelto el ayer.
¿Será por eso que en los días de lluvia no dejo de sonreír?
¿Será por eso que en los días de lluvia me siento tan feliz?
Nunca lo olvidaré, ni quiero olvidarlo, cuando escuchábamos
la lluvia al
caer nuestras voces entrelazadas tarareaban una canción, que
letra no
tenía pero el ritmo de la lluvia era coro de nuestros
corazones inflamados
de amor.
Los años pasaron, como ya es costumbre, algunos recuerdos
viven otros en
cambio se hundieron en la ciénaga del tiempo pero hay algo
que viene con
sus recuerdos cuando la lluvia cae sobre el zinc.
Hoy, en esta tarde de otoño donde las nubes tapan el sol
confío que pronto
la lluvia caerá y podré decir están tocando nuestra canción.
De pronto veo
como el viento arrastra las nubes llevándolas al mar.
¡Que
decepción!
Hoy amada mía no tendremos música para escuchar, además tu
ya no estás.
Espero la lluvia como la tierra en tiempo de sequía como una
bendición.
¡La lluvia al caer bendecía nuestro amor!
Mario Beer-Sheva
“No son los muertos que en dulce calma la paz disfrutan de
la tumba fría;
muertos son los que tienen muerta el alma… y viven todavía”
José Narosky.-
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