Como si fuera hoy, después de tanto tiempo, te recuerdo
sentada
en un rincón de la enorme sala, junto a la ventana, leyendo
*Las
Rimas* de Gustavo Adolfo Becquer.
El sol o la emoción habían enrojecido tus mejillas, tus
manos y el
libro temblaban, y tu pecho, por las palabras del poeta, se agitaba
en la fina tela de tu vestido.
¡Un espectáculo para el artista pintor!
Yo te contemplaba y sin pensar más tomé un papel y lápiz
para
escribir lo que sentía por vos, y estos fueron mis
pensamientos:
“Eres una madona del renacimiento, eres la figura del amor
ideal,
eres el sueño que todo hombre busca. Se nota en ti la
ternura que
ofreces sin pedir
nada a cambio: solo la amistad. Quisiera escribir,
en este papel, cien palabras que te lleguen al corazón pero
nada puede
competir con lo que estás leyendo. Becquer obnubila mi
razón”
En ese momento cerraste el libro, lo llevaste a tus labios
que lo besaron
como si fuera un libro sagrado. Mientras de tus ojos las
lágrimas caían
y tus labios reflejaban el dolor de haberte enamorado de un
poeta sin
igual.
…………………………………………………………………………….
Sin nada más que esperar tomé el papel que destruí y me
alejé del salón
buscando el aire donde lloré mi pena.
¡Mi pena hasta hoy!
Mario Beer-Sheva
“Lo que oigo, olvido. Lo que veo, recuerdo. Lo que hago,
aprendo.”
Confucio.-
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