Te veo triste, muchacha, falta de tu rostro la sonrisa como
rayos
del sol al amanecer y tus ojos ya no brillan como las
estrellas en
la noche despejada. Tu mirada se pierde en el misterio del
infinito,
que solo tu imaginación lo acompaña en su tristeza.
¡Muchacha, muchacha!
Regresa muchacha, y que la risa de tu garganta de vida a
estas viejas
paredes que necesitan de tu alegría, de la misma alegría que
hoy falta
en tu vida. Donde están tus pensamientos y hermosas
fantasías que
adornaban tus días y alegraban mis ojos; acaso la pena que
te ronda
se adueñó de tu algarabía y tu dulce sonrisa.
¡Muchacha, muchacha!
Eres joven, muchacha, muy joven por cierto, no dejes que el
pimpollo de
la vida se marchite sin haber ofrecido el fresco aroma de tu
juventud.
Guarda tus tristezas, por los años ha venir, donde quizás
los recuerdos te
hagan asomar una lágrima por los años que dejaste pasar en
lugar de una
sonrisa, por las alegrías que descansan en tu corazón
¡Muchacha, muchacha!
No hay nada que pueda opacar tu crecer entre sueños y flores
hasta que
te llegue el amor, la familia y el hogar; si esto no
ocurriría entonces sí que
tus lágrimas calmen el dolor de los años a vivir.
Mario Beer-Sheva
“Dar felicidad a un niño es ayudarlo a ser bueno” José
Narosky.-
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