¡Guitarra mía!
Déjame tomarte en mis brazos, arrimarte a mi pecho y
abrazado a
tus curvas pulsar tus cuerdas y la música, que envuelva a mi
alma
como queriendo calmar mis angustias…
¡Guitarra; testigo de mis amores!
Dependo de tu sonido que produce música que me lleva al
pasado,
llamando a las lágrimas, que siempre están presente, cuando
veo su
rostro en mi mente agotada…
¡Guitarra; compañera de mi soledad!
Tu guardas los secretos más importantes que están en mi
corazón,
eres testigo de la verdad, tu me acompañas en mis llantos
como un
día me acompañaste en mis alegrías…
¡Guitarra; envuelta en madera con tierno corazón!
Tu me comprendes, compañera de mi vida, lo triste que es
vivir sin ella,
sin su aroma, sin su piel y sólo su imagen, en una ajada
foto, que me mira.
Sus labios que tanto besé, sus ojos llenos de deseo, su
rostro que tanto amé…
¡Guitarra; sobreviví a su ausencia!
Nunca me dejes, tu eres mi corazón, no podré vivir sin ti…
Mario Beer-Sheva
“No hay culpas. Hay circunstancias” José Narosky.-
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