Sabía que era un sueño, un sueño pesadilla, que no debía temer, pero quiero contarlo para que entiendan porque no quiero dormir...
Caminaba por un bosque, pisando hojas y espinas, con altos y viejos árboles, con grandes y viejas ramas, con el ruido de las hojas, que pisaba por doquier; mientras el río serpenteaba esquivando piedras y guijarros produciendo el hacer un sonido de compañía en el amanecer...
De pronto en la orilla, de espalda la vi, con su lienzo y su atril, la pintura formaba el dibujo que con sus ágiles manos manejaba el pincel y como por arte de magia un rostro se vislumbraba en el bosquejo que la artista plasmaba...
¡Y entonces al ver el rostro, sorprendido quedé! ¡Era mi propia imagen!
¿Pueden ustedes creer?
Me acerqué lentamente, procurando no distraer, e intentando conocer ese rostro de mujer y sabiendo, interiormente, que de un sueño se trataba, no quería quedarme con la duda:
¿Acaso sería una mujer que de mi se enamoró; y yo lo ignoraba?
Su rostro era una calavera, su vestido una túnica blanca la cubría y su risa mostraba su boca desdentada mientras ella, alegremente, reía, reía, reía...
Desperté bañado en sudor, asustado, llorando de espanto, mi cuerpo con fuerte temblor, desde ese día mis ojos abiertos temen el dormir...
¡Ahora que lo he contado, sabrán porque no quiero dormir!
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
"Compañerismo no siempre es amistad. Pero amistad siempre es compañerismo" José Narosky.-
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