Ya la casa no es lo que fue; niños corriendo por ella, con sus ruidos que sin concierto hacian vibrar sus paredes pintando con alegría y dando luz a las sombras, llenando con juventud hasta el último rincón de la casona...
Los niños crecieron y un día, hechos adultos, abandonaron el nido y tomaron el camino de la suerte, el camino para conocer el mundo real que habitaba fuera de la casona...
Nosotros, sus padres, quedamos guardianes de la tierra y el techo, aguardando los nietos, que nunca llegaron; reservamos espacios, para los que vendrán y nuca vinieron; ni siquiera los hijos a ocupar la casona...
Ya los años pasaron, los hijos son hombres, la casona, como nosotros, está en la vejez. Sus paredes lloran la humedad de los años, sus rincones son sombras que ciegan la vista, sus árboles y plantas se han secado por falta de cuidado y la ausencia de risa, que en su tiempo dominaba la casona...
Todo se ha perdido; el amor de nuestros hijos, la falta de niños en el patio, en el jardín, en las habitaciones, con altas paredes para que la alegría no le falte lugar. Quedamos con nuestros recuerdos, nuestros anhelos; quedamos con todo lo que hoy no tiene valor y lo que tuvo ellos se lo llevaron, dejando por los sueños, que no se han cumplido, de la vieja casona...
¡Sólo lágrimas y desengaños habitan en la casona...!
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
"De la soledad nadie huye.Porque se lleva... José Narosky.-
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