**M.** (tu nombre)
Repito tu nombre; tu
nombre tiene el sabor de lo prohibido, de mis brazos
que quieren rodearte, de
mi boca que busca tu boca, de mis ojos que sueñan
con los tuyos, de mis
manos que añoran tu cuerpo…
Repito tu nombre; como si
fuera una plegaria, un rezo, un pedido, un ruego.
Estoy convencido que entre
nosotros está todo perdido pero así y todo sueño
contigo. Y en el sueño
clamo por “M” (tu nombre) pero tú no respondes solo
el silencio es testigo de
mi desventura…
Repito tu nombre; en mis
noches en blanco, en mis días sin sol, en la luna que
no se hace ver, en las
estrellas sin luz, en mi vigilia esperando el milagro que alguien repita tu
nombre y yo lo pueda escuchar…
Repito tu nombre; en un
suave murmullo que nadie lo pueda captar y mi
corazón al nombrarte se
acelera como queriendo escapar de mi pecho y salir
a buscarte y pedirte
perdón por haber sido cobarde y haberte dejado ir…
Repito tu nombre; como una
letanía quizás pienso que me ayudará a soportar
la amargura de haberte
perdido o quizás solo de haberte conocido. Tú sabes
mi edad siempre supiste de
mis compromisos y con cada beso con cada caricia
Y con cada promesa los dos
sabíamos que nuestro amor no tenía futuro que
estábamos condenados a
renunciar a él y hasta pronunciar
nuestros nombres.
Castigo que la sociedad
nos impuso, castigo que estamos cumpliendo.
¡M. (tu nombre) nadie me
lo podrá quitar!
Mario Beer-Sheva
“La ingratitud de los
hijos nunca contagia a los padres” José Narosky.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario