El sol de la mañana reflejaba
en su pelo rojo, en el lomo, más claro
en sus flancos, y terminaba
con un rosa pálido en sus patas traseras
y delanteras.
Un rojo en degradé; como
tintura aplicada sin saber como ni porque.
Su nombre: Lobo Rojo; un animal
joven de solo tres años de 30 a 35
kilos dentadura completa,
fuerte y firme, sus ojos de tono amarillo que
no dejaban de vigilar, sus
orejas erguidas como faros que escuchan al
peligro llegar y una
mandíbula como una prensa lista a cerrar.
Rojizo lentamente por el
risco, paso a paso, desciende hacia el valle en
busca del agua del fresco
arroyo junto a los árboles que le darán reparo
del invierno que está a
comenzar. Detrás de él dos cachorros en fila y
cerrando el desfile la joven
hembra cuidando la retaguardia.
De pronto Rojizo se detiene;
unos patos salvajes levantan vuelo del río,
sus ojos amarillentos
observan con atención buscando el motivo que
asustó a los voladores.
Son dos hombres; dos peligros,
dos enemigos, con los cual tendrá que
enfrentarse y así a su
familia proteger. Un apagado ruido de su garganta
avisa a su hembra que detenga
su marcha conteniendo a los lobeznos
hasta salvar el peligro. Los
dos hombres llevan en banderola sus armas
que hieren, matan y abren
heridas donde la sangre fluye.
Rojizo, del alto risco, afirma sus patas y
flexionando sus traseras se alista
para el ataque. Como una
flecha se lanza sobre uno de ellos que sin atinar
a nada recibe el mordisco en
la yugular y bañado en sangre muere sin nada por hacer. Después a su compañero
le clava los colmillos en su ingle
y con gran dolor el hombre
muere bañado en la sangre de su mismo cuerpo. ¡Las armas de nada le sirvieron!
El peligro a desaparecido;
Rojizo enguada su boca en el fresco arroyo y
levantando su cabeza, de su
garganta ruge un largo aullido avisando a su hembra de su victoria para que ella y sus
cachorros continúen el camino
al valle que será el refugio
que los aguarda.
Rojizo es joven pero sabio
durante tres años vivió en el peligro huyendo del cazador que mata por matar sin
hambre ni razón.
Un pensamiento que pasa por
su mente: A mis cachorros como lección debo contar y nunca deberán olvidar:
¡No teman al hombre armado
que cree que el arma los libra de todo mal!
Mario Beer-Sheva
“No me preocupa el grito de
los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que
más me preocupa es el silencio de los buenos” Martín Luther King.-
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