Llámame por mi nombre y te lo
voy a agradecer, no me digas amigo,
vecino, compañero o algún otro
calificativo que se te pueda ocurrir.
Tu ya sabes no quiero ser tu
amigo, tu vecino o compañero quiero,
simplemente, verte a la mañana
despertar y a la noche mientras te duermes tus sueños quiero vigilar.
Quiero sentir el calor de tu
cuerpo porque eres un ser vivo y es lo que
transmites a mi piel que se
llena de ilusión.
Quiero que mi imaginación
trepe a las mayores alturas, llevándote en
mis brazos, buscando el sitio
para que juntos podamos amarnos sin
tiempo ni razón.
Llámame por mi nombre y
contigo estaré; si no lo haces no sabré quien
eres y te ignoraré.
Tu sabes que quiero ser tuyo;
deja de fingir y dime que piensas y quizás
sientas lo mismo que yo. Si
así no fuera prefiero perderte de vista que verte y sufrir por estar atado a la
razón que no eres mía ni lo serás.
Y si en algún momento olvidas
mi nombre grítame:
¡Amante, amante, amante!
Y en tus brazos, sin
pensarlo, me tendrás.
Mario Beer-Sheva
¿Por qué santificar a un Dios
que permitió Auschwitz ¿ Elie Wiesel.-
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