Con mis manos atraje su cara, me incliné espiando sus ojos,
mis
labios se apoyaron en los suyos, bebí sus besos, bebí su
aliento,
y una ves más el milagro se había producido:
¡Me había enamorado!
Como antes como siempre, mi corazón ciego pero lleno de
cariño
había sucumbido con la flecha que sin matar hiere como
abriendo
las puertas para un nuevo amor.
El amor había golpeado mi puerta y yo sin pensarlo lo invité
a pasar;
entró en mi mundo, se hizo dueño de mi vida, ocupó el aire
que respiro,
tomó el timón de mi vivir, jugó conmigo como un niño con
juguete
nuevo y cuando se cansó de jugar lo tiró en un rincón y
olvidó de él.
¡El amor siempre es dulce pero no siempre tiene corazón!
Cuando llega con su dulce sabor con su sonrisa en flor no da
tiempo a
pensar y caes en el delito de la pasión y la lujuria para
después quedar
enredado en el tejido que obnubila la razón. Nada puedes
hacer salvo
disfrutar y pensar que será para toda la vida. Y un día se
va llevándose
tu voluntad, tus ojos con lágrimas y tu juramento que no
volverá a pasar.
¡Cuantas veces me ha ocurrido y yo sin escarmentar!
Hoy le he visto por la calle, hoy me he vuelto a enamorar,
hoy soy feliz
mañana será otro día…
¡Que hermoso es volver al amor!
Mario Beer-Sheva.-
“La experiencia es un peine que te llega cuando te quedaste
calvo”
Budita Bonavena.-
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