¿Dónde quedó tu sonrisa picaresca, cuando de mi boca en tu
oído
dejaba palabras de promesas de amor?
Ya nada queda; ni tu sonrisa ni mis palabras, que te hacían
sonrojar,
tus mejillas están pálidas, tu sonrisa es una mueca, tus
manos están
frías, y tus hombros se sacuden como conteniendo el sollozo
que está
a punto de llegar…
¿Qué fue de nuestro amor, que lleno de brío y calor consumía
nuestras
tardes como lenguas de fuego?
Ya nada queda; el fuego se ha consumido y cenizas que han
quedado el
tiempo las enfrío y después el viento se las llevó…
¡Y de nuestros juramentos! ¿Qué puedes decirme de ellos;
jurábamos por
nuestro vida, por nuestro honor, por nuestro Di-s?
Ya nada queda; fueron palabras, sólo palabras, que como
flores sin agua se
marchitaron perdiendo el aroma perdiendo el color. Y lo que
fuera una flor,
que alegraba nuestra vista, pasó a ser hojas secas sin
recuerdo y sin valor…
¡Ya nada queda! ¿Tu acaso me recuerdas o sólo los recuerdos
que golpean
nuestro viejo corazón?
¡Ya nada queda de aquel amor que nos embrujó!
¿Será el fin?
Mario Beer-Sheva
“Se puede ser generoso dando poco y miserable dando más” José
Narosky
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