¡ Olvídalo ! Reniega de él, no lo tengas en cuenta, que no
sea parte de tu vida. Retírale las pilas, desenchúfalo, detén
el péndulo y por último échalo de tu casa, que duerma en
la basura.
No es nuestro dueño, no somos sus esclavos, festejemos la alegría de la independencia, no nos confundamos, ¡ no es nuestro Dios !
Somos libres, como las golondrinas, que cambiamos de paisaje, según la estación.
Cuando el hambre, golpee nuestro estómago, comeremos,
cuando la sed nos persiga, beberemos, cuando el cansancio nos rinda, dormiremos.
¿ Y en el ínterin ? En el ínterin nos amaremos, sin tiempo,
sin horario, sin reloj.
No abra luna ni sol y si lo hay no lo sabremos, no abra día ni noche y si hay no lo sabremos,
porque todo eso son detalles, detalles que nos negamos a conocer.
Y así, el tiempo se detendrá, viviremos en el amor para el amor y dejaremos de amar, cuando
muéramos los dos.
Podremos estar días, amándonos, o tomados de la mano, o mirando nuestros ojos. Uno para el
otro, eso seremos. El mundo no será nuestro, pero si nuestro nido de amor. Y juremos, por lo
más sagrado, que nunca, nunca volveremos. ¡ A mirar un reloj !