Cuenta una antigua leyenda, tan vieja como el mismo mundo,
que una vez, solo una vez, la luna en plenitud conoció la
cara
del sol radiante, fue
verlo y enamorarse de él. Cayó en sus
rayos y entre los dos la pasión creo el amor. No pasó mucho
tiempo y las estrellas comenzaron a poblar el cielo de la
noche
vigilados por la luna que sabe mucho de vigilia nocturna.
El sol siguió haciendo su trabajo de iluminar y dar calor,
pero
nunca olvidó la cara de la luna que la flecha del amor le dio
la
palidez que todos conocemos, Es triste saber que nunca más
se
vieron gracias a sus distintos horarios de presencia en el
cielo.
El sol tiene la difícil misión de dispersar las nubes que
corretean
por el cielo y algunas veces
cuando la tristeza, le recuerda a su
luna y sus estrellas, deja que lágrimas como lluvia mojen la
tierra
y calmen la sed del sediento.
Esta es una historia que se cuenta como leyenda y todos
sabemos
que las leyendas están hechas de verdades y mentiras, pero
lo que
no podemos dudar que en esta magia, inexplicable del sol y
la luna,
se enamoraron al verse por primera vez cuando fueron
creados.
Podemos dudar de las leyendas pero no podemos dudar de la
fuerza
del amor que es como magia inexplicable.
¡Que sea así hasta el fin de los tiempos!
Mario Beer-Sheva.-
“Por mayor que sea el agujero donde caes, sonríe. Todavía no
hay
tierra encima” Budita Bonavena.-
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