domingo, 22 de noviembre de 2015

**Cruzando El Horizonte**



Una mañana, bien temprano, con mi mochila al hombre tomé el
camino queriendo llegar al horizonte, queriendo llegar donde
nadie había llegado. Crucé sierras y valles, conocí comarcas y
pueblos, gente que no conocía, idiomas que no entendía, pero mi
mente estaba en mi meta y mi meta era llegar al horizonte.
En mi largo caminar vi la gente que reía y se burlaba. Mi fuerza
de voluntad era más fuerte que la mofa que escuchaba.
Y así varios días después, a la hora que la tarde moría y la noche se
asomaba, llegué al horizonte. Descansé junto a mi mochila esperando.
Esperando el amanecer para no perder detalle de la llegada a mi destino.
Con las primeras luces con mi vista recorrí el paisaje, y sí; estaba en el
horizonte.
Una blanca línea dividía el antes y el después, crucé el horizonte y supe
la verdad. La incógnita ya no existía.
…………………………………………………………………………….
Cabizbajo regresé a mi destino, la mochila abandoné por el camino, mi
ánimo junto con ella quedó en algún matorral cubierta con mi tristeza y
las lágrimas que de mi mejilla rodaba. Procuré que en mi regreso nadie
supiera de mi; agazapado por la vergüenza y el terror llegué a mi casa.
Puse tranca y llave candado a mi boca, tapones a mis oídos y en el silencio
lloré el dolor. Nunca pidas saber más de lo que la naturaleza quiere mostrar.
¡ La duda es la razón del vivir!
Mario Beer-Sheva.
“El verdadero dolor no necesita aniversarios” José Narosky.-


jueves, 12 de noviembre de 2015

**Escribiré**



Escribiré como nunca antes lo hizo otro escritor; escribiré sobre
las cosas buenas de la vida, dejaré atrás las lágrima y el dolor. Mis
letras sólo hablarán de las cosas bellas, que la vida nos ofrece, que
están al alcance de nuestras manos. nuestros ojos, nuestro aroma,
nuestra piel.
Escribiré y nunca más escucharé los gritos del hambre y del dolor, el
ruido de la metralla y los himnos de guerra llamando a la muerte, el
acero de los fusiles serán para los arados y la pólvora servirá para
alumbrar las noches de festejos, por un casamiento o un nacimiento,
quizás.
Escribiré con alegría describiendo el mundo de fantasía que crearía
en mi mente, donde la risa sería el aire que respiramos, con la carcajada
recibiríamos la mañana y a la noche los besos y abrazos marcarían el
fin del día.
Escribiré para aquel que quiera leerme, escribiré hasta que mis manos se
gasten, escribiré hasta que no haya más nada que escribir, escribiré porque
es mi forma de vivir
¡Y cuando todos me hayan leído, me sentaré a escribir!
Mario Beer-Sheva
“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso” Lao-Tsé